VTuber lore.

Muchos años atrás, en una aldea de la cual no quedó registro alguno, existió una joven hechicera llamada Ayaka. Cual descendiente de la familia Zaphyr, estaba encargada de velar por la seguridad del pueblo, aprendiendo hechizos benévolos que utilizaba para sanar los males que atormentaban a los más vulnerables, entre ellos enfermos y malditos.

Aunque algunos agradecían eternamente la llegada de los Zaphyr, la gran mayoría de aldeanos sentía un inmenso rechazo a su poder mágico. Se rumoreaba que todas las maldiciones habían llegado junto con ellos, y, que mantenerlos en la aldea solo haría que las cosas fueran de mal en peor. Por eso, cada vez que los Zaphyr eran vistos por las calles, eran basureados y perseguidos. Ayaka, quien había sido criada para siempre agachar la cabeza, llegó a una edad donde comenzó a cuestionarse toda la injusticia que sufría su familia. Veía sin ganas el zafiro que se le había regalado a temprana edad, pensando seriamente en desligarse de sus obligaciones como bruja blanca.

‘’Ellos no nos entienden, querida.’’ Decía su madre. ‘’No puedes culparlos de su ignorancia. ‘’

‘’Pero sí de sus acciones.’’ Reprochó. ‘’Quienes nos visitan, nos agradecen ¿Y luego qué? Alimentan los rumores allá afuera. No merecen nuestra ayuda. ‘’

Ayaka conservó el collar, pero tomó una pausa de sus servicios. Se enfocó en leer sobre la mente humana, para así, poder encontrar ‘’el hechizo’’ que los liberaría de la maldita marginación.

La joven aprendió a ser carismática; sin embargo, no sirvió para enmendar lo que supuestamente su familia había hecho con todos los aldeanos. La joven más de una vez fue golpeada y mojada con agua sucia. A pesar del inminente rechazo, Ayaka intentó una última vez, donde, en una protesta solitaria, gritó por las calles desatando toda su ira y preguntando a cada ciudadano que veía el porqué de su odio. En vez de atacarla nuevamente, todos los aldeanos se escondieron en sus casas. Ayaka se sorprendió, mas no cesó sus gritos y maldiciones a la aldea.

Sin darse cuenta, sus manos estaban llenas de magia oscura. Todo el control que había cultivado en su vida se había perturbado por el odio y rencor. Aterrada, corrió a casa esperando que su madre pudiera ayudarla; sin embargo, antes de llegar a la puerta, se percató que una turba de aldeanos venía tras de ella con distintos instrumentos filosos y antorchas.

Ayaka desvió su huida hacia el bosque, donde fue acorralada y prontamente sometida. Intentó atacar, pero por alguna razón sus poderes se debilitaron. Lo último que alcanzó a ver antes de que le vendaran los ojos fue a un hechicero con un enorme báculo que jamás había visto.

Próximamente…